Las Oportunidades y Cómo Abordarlas desde el Optimismo o la Esperanza

Las Oportunidades y Cómo Abordarlas desde el Optimismo o la Esperanza

Este post lo escribo en respuesta a una pregunta muy interesante que me hicieron en uno de mis reels en Instagram donde muestro en imágenes mi transformación.

Para empezar, quiero enfocarme en el “cómo” para llegar al final a las oportunidades.

Para hacerlo, me voy a apoyar en dos conceptos que propone Terry Eagleton en su libro “Esperanza sin Optimismo”, puedes ver el resumen en este enlace.

La Definición

Si hacemos una búsqueda rápida en Google, encontraremos que:

Eagleton amplía los conceptos del diccionario y dice que el optimismo es cuando vemos el futuro desde un presente que podemos denominar como “bueno”. Es decir, yo hoy estoy bien, por lo tanto sé que mañana estaré bien o incluso mejor de lo que estoy hoy.

Por otro lado, la esperanza es cuando veo el futuro desde un presente “malo”. Si hoy no estoy bien, no sé cómo podré estar mañana.

El optimista tiene certezas.
El que tiene esperanza aguarda a que se cumpla su deseo.

Los discursos de los políticos son “optimistas”.
Las solicitudes de los ciudadanos tienen “esperanza”.

Hay países optimistas.
Y países que mantienen la esperanza.

Mi aprendizaje con el optimismo y la esperanza

Cuando inicié mi camino puedo afirmar que tenía una mezcla de ambas, de hecho, era más esperanza que optimismo, no tenía experiencia, solo había leído libros, estaba muerta de miedo y no tenía personas a mi alrededor que estuvieran haciendo lo que yo quería como para modelarles.

Era muy frustrante, pero la esperanza me mantenía con una fe tremenda que me ayudaba a seguir adelante pese a todos los errores del inicio.

Conforme pasaba el tiempo me adentré en la literatura de autoayuda y emprendimiento, fue entonces cuando la esperanza empezó a transformarse en optimismo. Este optimismo me daba una fuerza mucho más potente que la de la esperanza porque las dudas se estaban disipando, me gustaba, sentía que nada podía salir mal, que tenía finalmente todas las respuestas y podría hacer lo que quería.

Solo que ese optimismo fue exacerbando mi terquedad, arrogancia e irresponsabilidad.

Con el tiempo me di cuenta que el optimista puede hacerse ciego ante la realidad y te convierte en un “optimista irresponsable”. Es el tipo de personas a las que le llega el agua al cuello y todavía cree que mágicamente Dios va a soltar el tapón para que todo esté bien y vuelva a la normalidad.

Esta irresponsabilidad me llevó a estrellarme entre 2016 y 2017 contra realidades que yo creía que eran “oportunidades” que no fueron más que un absurdo hecho certeza por mi super mentalidad de emprendedora optimista.

Los golpes me obligaron a bajarle un par de rayitas al optimismo para encontrarme con la esperanza. En esa época lo sentía como un retroceso, yo menospreciaba a quienes tenían esperanza por debiluchos, al fin y al cabo, no se puede tener esperanza por aquello de lo que se tiene conocimiento que va a pasar.

Te pongo un ejemplo, al día que estoy escribiendo este artículo pasamos la tarde con agentes inmobiliarios viendo apartamentos para alquilar durante los próximos meses, vimos varios que por más que preciosos y completos no satisfacían nuestras necesidades, nosotros trabajamos desde casa y necesito saber que no tendré ruidos molestos y la disposición del apartamento para no interferir con el trabajo de Gonzalo, ni que el suyo interfiera con el mío.

Finalmente, encontramos uno increíble, más de lo que pedíamos, mucho más, a un precio más alto también, pero era ese. Nos encantó. Es lo que le pedí al universo hace unos meses y como en bandeja de plata nos lo entregó. Solo que teníamos que negociar el precio porque ya nos estamos saliendo del presupuesto, pero aún así tengo límites al expandirlo.

El agente se quedó con la tarea de llamar a los dueños en Suecia que son serbios y no hablan una gota de inglés para preguntarles si aceptaban nuestra oferta.

¿Cómo crees que nos regresamos a nuestra casa, con optimismo o con esperanza?

Con esperanza, con toda la fe puesta en que sí lo iban a aceptar, abiertos a que nos dijeran que no y tener que seguir buscando. Si lo hubiésemos hecho desde el optimismo creo que hubiese sido una carga innecesaria, si nos dicen que no, la decepción va a ser grande.

Hacerlo desde el optimismo es además irresponsable porque la decisión no está bajo nuestro control.

Lee esa frase de nuevo.

Si algo no está bajo tu control, ¿cómo puedes darlo por hecho?

Hay cosas que sí, hay cosas que no, la verdad todo depende de la situación.

Como optimista, yo creía que el dinero me daría la felicidad. JA!!!

Como esperanzadora solo puedo esperar a que el dinero que venga en mi vida pueda contribuir a crear nuevas experiencias de felicidad para mí y para otros, eso es todo.

El deseo y la acción

Cuando vamos por la vida deseando una existencia que corresponda a nuestro potencial o valor interior tenemos que navegar entre el optimismo y la esperanza.

El deseo del optimista no es el deseo de quien guarda esperanza.

Las acciones que toma cada uno tampoco son las mismas.

El optimista desea tener éxito a toda costa porque no soporta el fracaso.

Quien tiene esperanza se mantiene en pie incluso cuando todo parece perdido, como dice la frase “la esperanza es lo último que se pierde”. El deseo del esperanzador es llegar hasta el final para demostrarse a sí mismo (y/o a otros) que todo lo hecho valió la pena.

¿Mahatma Gandhi tenía optimismo por la retirada del imperio inglés o esperanzas de ver una India libre? Parece lo mismo pero no se escribe igual.

Hay situaciones que requieren de tu optimismo, ejemplo: “soy buena para conectar con las personas, he tenido experiencias increíbles en el pasado, ahora que lo voy a hacer en una nueva oportunidad no hay razón para que no funcione, sé que esto es para mí, tengo la certeza de que me irá increíble”.

Con este pensamiento entras en todo tu poder y nada te detendrá.

Por otro lado, encontrarás situaciones que necesitarán de tu esperanza, por ejemplo: “nunca he vivido fuera de mi país, es mi sueño pero me da miedo, tengo amistades a las que les ha ido muy bien y sé que a mi también me irá bien, pase lo que pase será una aventura, voy con la fe por delante de que todo saldrá bien”.

¡¡¡No hay por dónde perderse!!! Aunque tengas toda la experiencia del mundo, cuando entras a algo nuevo, aunque seas optimista, la esperanza va a estar presente y quizás sea lo más latente.

Abrázala. Abraza a ambos en tu vida.

Es así como vamos entrando en oportunidades en la vida para crecer y vivir la vida de nuestros sueños.

Las oportunidades

Las oportunidades son puertas que se presentan de la nada en nuestra vida. Están por todos lados, no se crean, ya están.

Si ves un anuncio en la calle de una casa que dice “Se Vende”, es una oportunidad de que tú la compres. Si tienes el dinero o las posibilidades a tu alcance vas a entrar en esa oportunidad desde el optimismo porque sabes que esa casa podría ser tuya.

Si por el contrario ves el anuncio y no cuentas con medios ni ideas que te acerquen, puedes reaccionar a ese letrero con esperanza: “algún día esa casa podría ser mía”.

Y fíjate bien que escribí “puedes reaccionar”. Porque la decisión es tuya.

Tú eliges cómo reaccionar ante las oportunidades diarias que se te presentan.

Podrías incluso ignorarlas por completo.

Ignorar todos los anuncios que dicen “Se Vende”, las personas que en silencio te dicen que quieren ser parte de tu vida, las señales que te envía Dios y el universo de mil maneras, el trabajo que podría cambiar el rumbo de tu vida y mucho más.

Así que empieza a abrirte a ver las oportunidades que tienes a tu alrededor y decide reaccionar de acuerdo a tu realidad.

Si es desde el optimismo, pues hazlo, sin importar lo que digan los demás.

Si es desde la esperanza, también hazlo, no hay pena ni vergüenza en tener esperanza.

Al fin y al cabo, el tiempo habla y pone a cada quien en su lugar.

El mundo está lleno de personas que se conformaron con el pesimismo o la desesperanza y también está lleno de personas que aprendieron a servirse del optimismo y de la esperanza para perseverar y lograr sus objetivos.

Ahora te toca a ti, déjame en los comentarios con cuál te identificas más, ¿eres del Equipo Optimista o del Equipo Esperanza?

¡Te leo!

PD: Comparte este artículo con quien lo necesite y sígueme en mis redes.
PD 2: Al terminar de escribir me llamaron y confirmaron que aceptaron nuestro precio 🥳

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